La antropología se ocupa de las características específicas del hombre. Dentro de esta disciplina, existen varias materias. En esta ocasión, me centraré brevemente en la antropología filosófica.
La antropología filosófica mucho tiene que ver con la antropología cultural, pues atiende a aspectos relacionados con la familia, el lenguaje y las costumbres; con la teórica, fijándose en el hombre y sus facultades; con la pragmática, viendo al hombre y sus habilidades y con la moral, observando al hombre y su conducta en la vida. No obstante, su mayor característica es centrarse en el <<problema de la naturaleza del hombre en el mundo>>. Podríamos decir que la antropología filosófica tiende a analizar la esencia y no las características del ser humano, ya que es un estudio del conjunto completo, del ser en sí mismo, es el hombre reflexionando para comprenderse a sí mismo. En el más sentido husserliano, y centrándose en la fenomenología, el hombre se debe plantear qué significa para él tener estas características de las que dispone, pues esa es la metodología que se debe seguir para iluminar nuestra esencia.
Los conceptos usados en la antropología filosófica no son estrictamente científicos, pero tampoco son metafísicos en su totalidad. Los temas que desarrollan, afirman los filósofos, tienen un carácter biológico innegable, pero esto no quiere decir que dichas propiedades sean reductibles a ser explicadas únicamente de esa forma. Es por eso por lo que dejan a un lado esa característica, ya explicadas por otro tipo de antropologías, y se centran mayoritariamente en la función racional del hombre. Y cuando hablamos de razón, de la razón del hombre, no podemos olvidarnos de las cuatro preguntas que marcaron la antropología filosófica posterior, las que sirven de apoyo para llegar a un pleno conocimiento del yo. Estamos hablando de las cuatro preguntas fundamentales que expone Kant en su Crítica de la razón pura: ¿Qué puedo saber?, ¿Qué debo hacer?, ¿Qué me cabe esperar? y ¿Qué es el hombre? En esta última pregunta, afirman que se encuentra la esencia de la antropología filosófica. Kant, pensaba que esta disciplina era el eje fundamental de la filosofía y aunque no se ocupara del tema, su pregunta fue un aporte significativo. No es hasta autores como Max Scheller, Helmut Plesner y Arnold Gehler que se crea verdaderamente la antropología filosófica.
Aunque reconocemos que las obras de estos tres autores: La puesta del hombre en el cosmos, Los grados de lo orgánico y el hombre y El hombre. Su naturaleza y su puesto en el mundo, merecen especial atención cada una, ya que marcaron el auge de esta corriente, voy a dedicar el resto del artículo a profundizar en la filosofía antropológica de Scheller, pues fue él quien retomó la pregunta kantiana.
Nació en 1847 y falleció en 1928. Su recorrido filosófico se centró en la fenomenología, la filosofía católica y finalmente en la antropología filosófica. Fue en 1928 cuando pronunció El puesto del hombre en el cosmos. En esta obra, Scheller comienza citando las tres visiones que existen del ser humano. Por un lado está la judeo-cristiana que ve al hombre como ser creado por Dios, la clásica que tiende a ver al hombre dotado de razón y la científica que piensa en el hombre como producto final. Fue este motivo lo que le impulsó a rehacer una entidad unitaria del hombre, que se compone de todas estas facetas. El hombre tiene un lugar especial en el mundo, pues posee todos los grados del ser: centros de fuerza, ímpetu afectivo, sensación, instinto, memoria asociativa, conciencia e inteligencia práctica. El ser humano es un ser abierto, activo y con una especial capacidad de aprendizaje cuya característica principal definitoria no es otra que el espíritu.
Seguidor fiel de la fenomenología, Scheller la utiliza como metodología, afirmando que hay que ir a las cosas mismas, a saber, la esencia del hombre en vez de su simple descripción. Abandona las posturas monistas imperiosas en su época: naturalismo y racionalismo, tachándolas de unilaterales, creando un dualismo antropológico que recoge la verdad de ambas posiciones. El ser humano es un ser vivo y como todo ser vivo está estructurado en dos: fenómeno corporal (dimensiones espaciotemporales) y fenómeno psíquico. Es decir, todo ser vivo, incluyendo animales y plantas, constan de cuerpo y alma (argumentación contra la posición racionalista). La antítesis del hombre debe estar en otro lugar.
Pero, ¿qué es el fenómeno psíquico? Las manifestaciones psíquicas se dividen en cuatro estadios para Scheller. Nos encontramos en el primer nivel con los impulsos afectivos, cuyos sentimientos e instintos son indiferenciables. El instinto sería el segundo nivel, que representa las acciones mecánicas y de ritmo fijo. En el tercer nivel se desarrolla la memoria asociativa que se da gracias a la separación del sistema sensorial y motor, apareciendo la adaptación y el aprendizaje. En el último nivel nos encontramos la inteligencia práctica orgánicamente determinada, que abre la posibilidad de elección obedeciendo siempre a la satisfacción de un fin impulsivo, cuya habilidad desarrollan los simios superiores y los humanos.
Si ya no existen más estadios, la diferencia entre animal y ser humano es diferencia de grado, pues biológicamente no podríamos argumentar cosa distinta (crítica a la postura naturalista), pero para Scheller, como hemos dicho, el ser humano tiene un principio y éste es el espíritu.
La palabra espíritu es el término que achaca al conocido desde los griegos como razón, el cual evita utilizar por verlo como un concepto oscuro, que tiende a equívocos. El espíritu incluye el concepto de razón, pensamiento conceptual, actos emocionales, emotivos y la libertad. Éste tiene tres características esenciales.
- Desvinculación existencial de lo orgánico: Podemos percibir la realidad externa porque nuestro mundo no se rige únicamente por el instinto, el ser humano tiene autoconciencia.
- Además de percibir la realidad externa, vemos el mundo como un “ser para mí” es decir, que el mundo está lleno de medios para conseguir nuestro fin. El ser del espíritu es libre para la realización de cualquier acto.
- Percibir y conocer el “ser así” del mundo. Crear conceptos que dan identidad a los objetos del mundo.
Estas tres características concluyen en la filosofía schelleriana en el acto de ideación. Existen dos tipos de conocimiento del “ser así”: la inteligencia práctica que se encarga de explicar nuestras experiencias y la ideación, proceso por el cual el ser humano pretende <<alcanzar conocimiento de las propiedades esenciales y de la estructura del mundo, adquiriendo conceptos y fundamentos válidos tanto para la ciencia como para la metafísica>>. Posteriormente, Scheller profundiza en este concepto y se pregunta cómo puede suceder el acto de ideación, sin embargo, es un tema que no trataremos en este trabajo.
Concluyendo, la filosofía de la antropología ha pasado, inevitablemente, por períodos de decadencia, pues autores de renombre como Martin Heidegger afirmaban que Scheller y su obra solo era una forma de fundamentar la metafísica y que el conducir las tres preguntas principales kantianas a la única pregunta “¿Qué es el hombre?” era tarea ardua e imprecisa. Debido a esta crítica, la antropología filosófica se convirtió en una disciplina filosófica en vez de ser una filosofía fundamental. Hoy en día, la antropología filosófica sigue siendo una visión más dentro de las especialidades antropológicas.
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Scheler a sua volta nello sviluppare l’antropologia filosofica si rifa indirettamente alla filosofia della natura e all’ ontologia della persona di Schelling .