sharpened pencil and notebook

Cuenta tu historia

No hace mucho que entré por primera vez en una institución educativa. Recuerdo el nervio y la ansiedad de dar clase por primera vez. Sentía la necesidad de adquirir conocimiento, por eso antes de comenzar, ya había tenido ciertas clases <> con mi hermana mayor. Estábamos en el sótano del local familiar, entre botellas de vidrio y tanquetas de cerveza, ella con un libro de texto de su curso anterior, yo con una libreta a rayas. Empezamos con la suma, utilizando objetos de nuestro alrededor intentaba hacer que me percatase de que la suma no es más que el uso de los números para contar cosas. Luego, por supuesto, seguimos con el resto de operaciones elementales. Su metodología solía ser siempre la misma: utilizaba objetos exteriores para clarificar el contenido de la materia, luego, cuando el nivel de dificultad aumentaba un poco, como en la multiplicación, realizaba ella mismo un ejemplo que yo contemplaba atentamente para seguir el procedimiento paso por paso. Entendido cómo se hace, asentaba el conocimiento a base de repetir una y otra vez distintas restas, divisiones y multiplicaciones.
 
Durante muchos años aprendí, entendí y proseguí mi curso educativo, sin embargo, durante mi etapa infantil hubo un profesor, una clase, que verdaderamente me hizo perder el tiempo; además de no aportar nada relevante a mi vida. No era otro que el profesor de inglés. Salvador era una persona desmotivada, cansada de su situación y de los niños. Recuerdo como nos miraba desprestigiándonos, sintiendo que estaba en el lugar equivocado. Así era sin duda, pues cada clase con él no era más que un callar y pintar. De pequeña, como muchos otros niños, tenía el cabello rubio y los ojos azules. Debido a mi aspecto muchas personas confundían mi nacionalidad con la inglesa y de tanto repetirme eso y al crecer con un local ambientado para extranjeros, rápidamente me acerqué a ellos para aprender esa lengua que me resultaba tan extraña, y aprendí. No es que supiera hablar inglés, pero tenía muchas nociones y gran vocabulario, anormal para alguien de esa edad.
Quería aprender más y más cosas, pero al llegar a la clase, veía como el profesor se sentaba en su silla, decía la página del libro a la que debíamos acudir y encendía el casette. Exponía brevemente el temario que teníamos que aprender, después, nos ordenaba hacer los ejercicios del work-book para finalizar coloreando todos y cada uno de los muñecos que aparecían, eran muchos. Sentí como quería eliminar esos 15 minutos de profundización en materia por no molestarse, total ¿no es más cómodo estar leyendo otras cosas mientras “30 salvajes” están tranquilos coloreando?
 
Lo malo de este tipo de situaciones es el tiempo que pierdes durante tu infancia en no-aprender. En sentirte impotente por saber que la persona que está justo delante no debería estar ahí y que está influyendo negativamente en tu vida, en tu desarrollo posterior. Si alguien tenía problemas o había un mal ambiente general, nada importaba, él seguía realizando las actividades a través del casette dejándolo pasar: era un estar sin estar.
María Dolores y yo.
Me pregunto ahora, ¿para qué me sirvió la escuela? En infantil, la antigua parvulito, generalmente me aburría. El contenido me resultaba demasiado sencillo y me preocupaba más por la aceptación social que por sacar buena nota, lo hacía sin darme cuenta. Vagos recuerdos son los que me quedan de esa época: un día en el que nos pidieron pintar al que estuviera delante nuestro, decir en voz alta palabras que empiecen por <>, pasar por debajo de la mesa las respuestas a un compañero y el tren que había en el patio… Sin embargo existe algo que he sido capaz de recordar, analizar y juzgar una vez superada la etapa adolescente. Mi profesora de esos años, María Dolores no me prestó especialmente atención, era buena, pero hubo un par de cosas que hoy en día hacen que tenga una mala visión de ella. Por un lado se encuentra mi continuo aislamiento dentro de la clase. Normalmente estaba sola en el patio, dando vueltas, muchos niños se portaban mal conmigo, era muy condescendiente con las peticiones de los demás, a expensas de que fueran perjudiciales para mí, etc. ¿Por qué no se fijó en eso?, ¿Acaso no forma parte de su cometido el informar de esta situación a la familia, incluso intervenir para solventar el problema? El niño y sus problemas es responsabilidad única de la familia y es así como siento que me trató esa profesora. Por otro lado, hubo un detalle que mis padres me comentaron. El contenido era extremadamente sencillo y mis padres se dieron cuenta de que así me lo parecía, así que un día fueron a hablar con mi profesora comentándole si era una buena idea que me ingresaran en un centro educativo privado, cuyo nivel era más alto que el público. Ella dijo que no, que las diferencias eran mínimas. Por desgracia, hoy soy consciente del nivel que muchas escuelas privadas tienen y desgraciadamente, las diferencias no son mínimas, nunca lo fueron.
 
A lo largo de mi vida hubo muchos profesores con estas características. Personas que no aportaban apenas conocimiento e interés, que no se preocupaban por los alumnos y su desarrollo cognitivo. Quizás podría decirse que la educación ha sido una decepción tras otra decepción: profesores que se tiraban 20 minutos leyendo el periódico para no comenzar la clase, que faltaban regularmente no se sabía porqué, papagayos que sólo leían el libro o sólo escribían en la pizarra para que copiases y callases, incluso profesores vascos que ampliaban el temario de estos temas y caían siempre a examen. ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­
Eran malos profesores, eran malas instituciones. Podríamos decir que tanto el microsistema de la educación como el macrosistema (profesores y colegios) están infectados de funciones negativas para el correcto desarrollo del alumnado, para el buen hacer. Controlarnos, custodiarnos, estancarnos son muchas de las cualidades que las instituciones educativas tienen y siguen realizando cada curso escolar.
 
Ahora, hago una pregunta: ¿Para qué me ha servido la escuela en todos los años en los que he estado escolarizada? Podría ponerme a decir ejemplos y palabras que en general serían negativas: la escuela me ha decepcionado durante toda mi vida y es gracias a mis propias ganas de querer seguir que lo he hecho. ¿Para qué me ha servido? Me ha servido para una cosa muy importante…
 
Me ha servido para querer cambiarla.

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Publicado por

Jesica Prades

Autora de "Viviendo en USA". Interesada en negocios, marketing, senderismo y jardinería. Me gusta pasar mi tiempo libre dando paseos por la naturaleza, leyendo, aprendiendo nuevas cosas y jugando a videojuegos.

4 comentarios en «Cuenta tu historia»

  1. Ahora te entiendo un poco más.

    A mí me encantaba ir al colegio ya que en mi casa solía haber mal ambiente y discusiones. Cierto que muchos niños me valoraban por el dinero que tenía, la ropa no de marca o el material escolar del todo a 100 que traía, etc. Me sentia inferior por eso respecto a ciertos compañeros. Es lo que tiene la escuela pública, que los niños de clase baja tambíen tienen derecho a ir. Mi profesora de primaria era muy estricta, casi nos trataba como a adultos, pero me parece bien, porque "quien te exige te toma en serio". Si no entendías algo, estaba siempre encima el tiempo que fuese hasta que te lo sabías y me decía en qué materias destacaba y eso me motivaba. Hacía que me tomara la escuela muuuy en serio.

  2. Gracias por contar tus anécdotas de pequeño.

    La verdad es que a muchos de nosotros nos han condicionado nuestra vida los profesores. A veces,el sistema educativo de un país puede ser muy bueno, pero los profesores son realmente nefastos.

    Al fin y al cabo, son ellos los que están en constante contacto con nosotros.

    ¿Sabes? Nunca es tarde para no ser alguien del "montón". ¡Tú puedes!

  3. por sierto una anecdota mas de mi infancia, uno de mis amigos era siempre molestado por otro niños y fue a decirle eso a un profesor quien solo le dijo "golpealo para que no te moleste mas"

  4. me paso bastante eso que cuentas, tuve un profesor de fisica q solo se dignaba a leer el diario durante casi toda las clases en total abre tenido 10 horas de clases reales en un año, un profesor de quimica que simplemente nos dijo "ustedes estudian para otra cosa(sali de una escuela industrial)asi que no me interesa que aprendan esta materia, no se las voy a enseñar", profesores que nos decian que no rindieramos la PSU (prueba de ingreso a las universidades en chile)para no ensuciar el nombre de la escuela con malos puntajes, a mi solo me enseñaron a ser un trabajador mas del monton

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