Muchas veces los padres, bien intencionados, intentan que sus hijos dediquen su tiempo libre a juegos constructivos, es decir, aquellos que pueden aportar alguna habilidad o conocimiento a su querido niño que pueda usar en el futuro. Estamos hablando de juegos de mesa que ayuden a retener el conocimiento que se está impartiendo en la escuela o juegos que te ayuden a desarrollar una nueva habilidad, ya sea aprender un idioma, saber más sobre un tema, etc.
El objetivo de los juegos constructivos es obvio, entretener al pequeño de la casa y a la vez, hacer que aprenda cosas interesantes e importantes para la vida. Obviamente, utilizar juegos constructivos con los más pequeños es siempre un acierto.
A veces, nuestro hijo o hija no quiere seguir aprendiendo la tabla de multiplicar en casa o no desea aprender como se dice “hola” en inglés. A veces, nuestros hijos sólo desean gastar su tiempo con juegos tontos, los llamados en inglés silly games. Cuando hablamos de juegos tontos se nos pueden venir a la cabeza distintas cosas: un niño peinando a un adulto para que esté más guapo, una niña haciendo que es un robot con rayos láser, un niño que comprueba si las pilas del mando, del reloj, del walki-talki están cargadas y un largo etcétera.
En principio, como padres podemos ver la gran diferencia que existe entre los juegos constructivos (mayor aprendizaje) y los juegos tontos (pérdida de tiempo), pero para un niño, ambos tipos de juegos son necesarios.
Cuando un niño está jugando a un juego “tonto”, está desarrollando su imaginación, está desarrollando habilidades motoras, está desarrollando el lenguaje y las habilidades sociales. Cuando un niño está jugando a peinar a un adulto, habla con el adulto, aprende a usar el cepillo, poner las diademas o los broches, tratar con suavidad a una persona cuando hace algo delicado y pedir perdón si hace daño. Como puede apreciarse, un juego tonto desarrolla muchas cosas.
Los niños gastan una media de 5 horas en el colegio dando clases: matemáticas, lengua, conocimiento del medio, música, deportes, plástica… Luego llegan a casa, comen y vuelven a salir para asistir a una actividad extraescolar, quizás piano, futbol, clases particulares o inglés. Cuando llegan a casa pueden ser las 7 o las 8.
El tiempo libre que tienen lo pueden gastar en jugar a juegos constructivos o a juegos tontos. Independientemente de a qué jueguen, los niños van a desarrollar habilidades siempre. El juego es parte de su aprendizaje, independientemente de qué tipo de juego sea.
Es comprensible creer que sólo son importantes los juegos constructivos, pero la realidad es que cualquier juego vale para educar a un niño y en muchas ocasiones, las cosas sencillas también nos ayudan a hacer entender a nuestros pequeños cuál es la mejor forma posible de hacer algo.
Ante la duda de Silly Games o Constructive Games, decid ambos.
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