Las palabras vacías rondan día tras día por nuestras vidas. Corremos de ellas, muchos de nosotros, pero al parar para coger aire nos vemos envueltos en más palabras, a un nivel más profundo.
Luchar contra la banalidad supone romper con todo lo socialmente establecido y, desgraciadamente, sólo unos pocos sobreviven a estas guerras psicológicas. La mayoría, nos quedamos en combatientes que deben hacer creeer al otro bando que se han convertido. En ese hacer creer, caemos en el juego de las palabras vacías, quedándonos atrapados, de nuevo, en la banalidad de la vida.
¿Qué se supon e debemos hacer? Crear.
Estamos en la obligación de crear una realidad distinta, incorporando banalidad e intelectualidad. Aumentando el grado del segundo ingrediente siempre que podamos. La creación no sucumbe a la banalidad y con ello, el creador.