Silly Games vs Constructive Games

Muchas veces los padres, bien intencionados, intentan que sus hijos dediquen su tiempo libre a juegos constructivos, es decir, aquellos que pueden aportar alguna habilidad o conocimiento a su querido niño que pueda usar en el futuro. Estamos hablando de juegos de mesa que ayuden a retener el conocimiento que se está impartiendo en la escuela o juegos que te ayuden a desarrollar una nueva habilidad, ya sea aprender un idioma, saber más sobre un tema, etc.

El objetivo de los juegos constructivos es obvio, entretener al pequeño de la casa y a la vez, hacer que aprenda cosas interesantes e importantes para la vida. Obviamente, utilizar juegos constructivos con los más pequeños es siempre un acierto.Kids playing

A veces, nuestro hijo o hija no quiere seguir aprendiendo la tabla de multiplicar en casa o no desea aprender como se dice “hola” en inglés. A veces, nuestros hijos sólo desean gastar su tiempo con juegos tontos, los llamados en inglés silly games. Cuando hablamos de juegos tontos se nos pueden venir a la cabeza distintas cosas: un niño peinando a un adulto para que esté más guapo, una niña haciendo que es un robot con rayos láser, un niño que comprueba si las pilas del mando, del reloj, del walki-talki están cargadas y un largo etcétera. Sigue leyendo Silly Games vs Constructive Games

El mariposario

Entró en un mariposario. Hacía un calor abrumador, sofocante, irritante para ella. Multitud de plantas exóticas la envolvían. De vez en cuando, se acercaba alguna mariposa por su zona. Podía verlas. Llevaba varias horas sola, sin hablar con ningún compañero de clase. Por desgracia, no había llevado su reproductor de música al viaje. Veía las mariposas revolotear de un lado a otro. Tenían unos colores vivos, intensos, atrayentes.  Un par, blancas, se acercaron juntas pasando cerca de su pelo. Se asustó un poco, luego se giró y las observó irse. Al girarse vio a algunos de sus compañeros reírse. Pensó que se reían de ella. Marchó corriendo de ese sitio. ¿De qué se reían? Nunca nadie lo supo.

Dio otra vuelta por aquel mariposario, aunque ya no había nada que ver. Su mente estaba estancada en su propio malestar. Ese malestar acechador que aparecía en cada viaje. No sabía el porqué de esa realidad, pero conocía de su existencia. Muchas ocasiones tuvo para vivir el malestar propio de las excursiones escolares. Tan solitarias eran esas horas… Al salir del mariposario se dirigió a la fuente de agua. Le encantaba la construcción de esa fuente. Al subir la palanca que accionaba el mecanismo, una gran cantidad de agua brotaba para que se pudiera beber. Canalizada, marchaba por un circuito que estaba envuelto por naturaleza, llegando hasta un laberinto hecho por setos. Ahí, el agua desaparecía por los subterráneos.

Dos horas habían pasado desde que ella estaba por esa zona: la fuente, el laberinto y el mariposario. Perdida, no sabía dónde había que ir. No tenía ningún grupo de amigos y no sabía que ese parque de la ciencia tenía dos pisos repletos de cosas que investigar. Ella se pasó allí esas dos horas mirando el agua, mirando cómo se iban sus deseos y sueños con esa agua que después de un breve viaje desaparecía sin más.

Sigue leyendo El mariposario

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies