Terminar los estudios de Pedagogía

El fin se acerca.

Terminar una carrera nunca es fácil, menos ahora que la situación que nos encontramos asusta hasta al más valiente. Llevo cuatro años de mi vida dedicándome a “estudiar” Pedagogía en la Universidad de Málaga y en cuatro meses será el final.

No voy a dedicar este artículo a la calidad de estos estudios en la UMA porque no me apetece escupir bilis, pero sí voy a hacer alusión a lo desamparado que puede encontrarse uno cuando no sabe por lo que luchar.Pedagogia universidad

Hay ante mí un millar de posibilidades y a la vez ninguna. Creo ser una persona fuerte y capaz de cualquier objetivo, pero no ha aparecido ante mí ninguna persona que me brinde una oportunidad laboral, sea del tipo que sea. Muchos diréis: “menuda mentalidad, esperando que le lleguen las cosas de fuera. Emprende, mujer, que es lo que hay que hacer ahora.” Y yo les diré sí, sí. Emprender es relativamente sencillo, pero encontrar un equipo que tenga las mismas ganas que tú, no tantas.

¿Qué hacer entonces con un título de Pedagogía puesto en el CV? Pues sinceramente, no lo sé.

Aprovecharé mis últimos cuatro meses para moverme por la red y buscar, de alguna forma, algún contacto que me mantenga a flote cuando salte del abismo.

Auge del constructivismo y proyectos de trabajo

En los últimos años se ha detectado una falta de motivación en la mayoría del alumnado. Muchos estudiosos lo han achacado a la monotonía de la educación, a la pasividad de la enseñanza y al poco protagonismo que se le presta al alumno. Se trataba de un proceso en el cual el docente hablaba, el discente callaba. Este tipo de procesos dejaron de funcionar a medida que el sistema laboral cambiaba. En la actualidad se requieren habilidades como el trabajo colaborativo, la investigación, la resolución de problemas, etc. Habilidades que la educación tradicional no puede enseñar.

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La mediación y el papel del profesor

 Buscando algunas cosas entre mis papeles del año pasado, encontré un pequeño texto que escribí sobre la mediación a raíz de un trabajo que tuve que hacer. Aquí os lo dejo escrito, por si os interesa. Además, os dejo un ejemplo también de una mediación para aclarar este tema, tan importante en cualquier sector que trabaje con personas.
 
La mediación es un recurso que puede utilizarse para la resolución de conflictos interpersonales o para la prevención de problemas dentro de una institución escolar. El mediador suele ser un tercero cuando se tiene que hacer una intervención y debe seguir una estrategia, previamente estructurada, que oriente a los afectados hasta la solución del conflicto.
 
Suelen utlizarse una guía de preguntas que guíe a los afectados de forma natural, normalmente en espiral, hasta el núcleo del problema. Estas mediaciones se utilizan como herramientas aplicadas con el objetivo de favorecer el aprendizaje activo, donde el afectado aparte de recibir información, la descubre y la investiga.
 
Hay dos tipos de mediaciones dentro de los procesos interpersonales. Los que se basan en la resolución de problemas y los que se basan en ofrecer guías de apoyo para los contextos educativos. Centrémonos en el segundo.
 
Un profe-detective
Imaginémonos a una señora mayor de unos sesenta y siete años que, voluntariamente, ha decidido tomar clases de informática. Obviamente el comienzo de la enseñanza será puramente instructiva. Sólo será posible realizar un aprendizaje significativo cuando haya adquirido ciertas destrezas en el uso del ordenador. El tutor de dicha mujer puede preguntarle cuando realice el ejercicio específico cosas como:
 
«¿Cuáles han sido los pasos seguidos para realizar el ejercicio?»
«¿En qué otro tipo de ejercicios que hemos practicado tienes que hacer algo similar?»
 
Preguntar sirve para afianzar el conocimiento y favorecer el uso de habilidades de forma autónoma.
 
Otro ejemplo, usando el mismo contexto, sería guiar al educando para que se pare a analizar qué otras alternativas existen para realizar un ejercicio y cuáles son las más beneficiosas. Nunca debemos enseñar algo que sólo tenga una dirección. El conocimiento se adquiere por muchas vías.
 
Cada persona es un individuo subjetivo que necesita de un proceso concreto y específico para salir del conflicto en el que se pueda encontrar. Luego, es fundamental conocer y saber estas estrategias de cara a circunstancias que requieran la gestión de normas, las habilidades sociales, la resolución de conflictos, el fomento de la responsabilidad, etc. Básicamente se trata de educar de forma reflexiva con el uso de preguntas.
 

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Cuenta tu historia

No hace mucho que entré por primera vez en una institución educativa. Recuerdo el nervio y la ansiedad de dar clase por primera vez. Sentía la necesidad de adquirir conocimiento, por eso antes de comenzar, ya había tenido ciertas clases <> con mi hermana mayor. Estábamos en el sótano del local familiar, entre botellas de vidrio y tanquetas de cerveza, ella con un libro de texto de su curso anterior, yo con una libreta a rayas. Empezamos con la suma, utilizando objetos de nuestro alrededor intentaba hacer que me percatase de que la suma no es más que el uso de los números para contar cosas. Luego, por supuesto, seguimos con el resto de operaciones elementales. Su metodología solía ser siempre la misma: utilizaba objetos exteriores para clarificar el contenido de la materia, luego, cuando el nivel de dificultad aumentaba un poco, como en la multiplicación, realizaba ella mismo un ejemplo que yo contemplaba atentamente para seguir el procedimiento paso por paso. Entendido cómo se hace, asentaba el conocimiento a base de repetir una y otra vez distintas restas, divisiones y multiplicaciones.
 
Durante muchos años aprendí, entendí y proseguí mi curso educativo, sin embargo, durante mi etapa infantil hubo un profesor, una clase, que verdaderamente me hizo perder el tiempo; además de no aportar nada relevante a mi vida. No era otro que el profesor de inglés. Salvador era una persona desmotivada, cansada de su situación y de los niños. Recuerdo como nos miraba desprestigiándonos, sintiendo que estaba en el lugar equivocado. Así era sin duda, pues cada clase con él no era más que un callar y pintar. De pequeña, como muchos otros niños, tenía el cabello rubio y los ojos azules. Debido a mi aspecto muchas personas confundían mi nacionalidad con la inglesa y de tanto repetirme eso y al crecer con un local ambientado para extranjeros, rápidamente me acerqué a ellos para aprender esa lengua que me resultaba tan extraña, y aprendí. No es que supiera hablar inglés, pero tenía muchas nociones y gran vocabulario, anormal para alguien de esa edad.
Quería aprender más y más cosas, pero al llegar a la clase, veía como el profesor se sentaba en su silla, decía la página del libro a la que debíamos acudir y encendía el casette. Exponía brevemente el temario que teníamos que aprender, después, nos ordenaba hacer los ejercicios del work-book para finalizar coloreando todos y cada uno de los muñecos que aparecían, eran muchos. Sentí como quería eliminar esos 15 minutos de profundización en materia por no molestarse, total ¿no es más cómodo estar leyendo otras cosas mientras “30 salvajes” están tranquilos coloreando?
 
Lo malo de este tipo de situaciones es el tiempo que pierdes durante tu infancia en no-aprender. En sentirte impotente por saber que la persona que está justo delante no debería estar ahí y que está influyendo negativamente en tu vida, en tu desarrollo posterior. Si alguien tenía problemas o había un mal ambiente general, nada importaba, él seguía realizando las actividades a través del casette dejándolo pasar: era un estar sin estar.
María Dolores y yo.
Me pregunto ahora, ¿para qué me sirvió la escuela? En infantil, la antigua parvulito, generalmente me aburría. El contenido me resultaba demasiado sencillo y me preocupaba más por la aceptación social que por sacar buena nota, lo hacía sin darme cuenta. Vagos recuerdos son los que me quedan de esa época: un día en el que nos pidieron pintar al que estuviera delante nuestro, decir en voz alta palabras que empiecen por <>, pasar por debajo de la mesa las respuestas a un compañero y el tren que había en el patio… Sin embargo existe algo que he sido capaz de recordar, analizar y juzgar una vez superada la etapa adolescente. Mi profesora de esos años, María Dolores no me prestó especialmente atención, era buena, pero hubo un par de cosas que hoy en día hacen que tenga una mala visión de ella. Por un lado se encuentra mi continuo aislamiento dentro de la clase. Normalmente estaba sola en el patio, dando vueltas, muchos niños se portaban mal conmigo, era muy condescendiente con las peticiones de los demás, a expensas de que fueran perjudiciales para mí, etc. ¿Por qué no se fijó en eso?, ¿Acaso no forma parte de su cometido el informar de esta situación a la familia, incluso intervenir para solventar el problema? El niño y sus problemas es responsabilidad única de la familia y es así como siento que me trató esa profesora. Por otro lado, hubo un detalle que mis padres me comentaron. El contenido era extremadamente sencillo y mis padres se dieron cuenta de que así me lo parecía, así que un día fueron a hablar con mi profesora comentándole si era una buena idea que me ingresaran en un centro educativo privado, cuyo nivel era más alto que el público. Ella dijo que no, que las diferencias eran mínimas. Por desgracia, hoy soy consciente del nivel que muchas escuelas privadas tienen y desgraciadamente, las diferencias no son mínimas, nunca lo fueron.
 
A lo largo de mi vida hubo muchos profesores con estas características. Personas que no aportaban apenas conocimiento e interés, que no se preocupaban por los alumnos y su desarrollo cognitivo. Quizás podría decirse que la educación ha sido una decepción tras otra decepción: profesores que se tiraban 20 minutos leyendo el periódico para no comenzar la clase, que faltaban regularmente no se sabía porqué, papagayos que sólo leían el libro o sólo escribían en la pizarra para que copiases y callases, incluso profesores vascos que ampliaban el temario de estos temas y caían siempre a examen. ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­
Eran malos profesores, eran malas instituciones. Podríamos decir que tanto el microsistema de la educación como el macrosistema (profesores y colegios) están infectados de funciones negativas para el correcto desarrollo del alumnado, para el buen hacer. Controlarnos, custodiarnos, estancarnos son muchas de las cualidades que las instituciones educativas tienen y siguen realizando cada curso escolar.
 
Ahora, hago una pregunta: ¿Para qué me ha servido la escuela en todos los años en los que he estado escolarizada? Podría ponerme a decir ejemplos y palabras que en general serían negativas: la escuela me ha decepcionado durante toda mi vida y es gracias a mis propias ganas de querer seguir que lo he hecho. ¿Para qué me ha servido? Me ha servido para una cosa muy importante…
 
Me ha servido para querer cambiarla.

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Génesis de la Educación Comparada

“La verdadera grandeza de un pueblo no consiste en no imitar nada de otros, sino en adoptar todo lo útil, dondequiera que se lo encuentre, perfeccionándolo al apropiárselo… Podemos asimilar lo que haya de bueno en otros pueblos sin temor de dejar de ser nosotros mismos»
La educación comparada sirve para obtener recursos de la experiencia ajena; evitar errores y aprovechar aciertos. Al conocer esta materia, vino a mi memoria el recuerdo de cuántas veces criticaba el sistema educativo español y cuánta envidia le tenía al de otros países. Pues aquí está – me dije, aquí está tu asignatura. Hártate hasta que no puedas más. 
Es la herramienta perfecta para conseguir conocer otros países, compararlos y poder tener respuestas a los problemas que se nos plantean diariamente en las aulas.
Aunque breve, decir que mucho me está llamando la atención la educación comparada. Así pues, ando en una bonita aldea leyendo sobre el tema. A poco que siga profundizando, vendré a mi blog pedagógico a informaros.



Aquí la fuente:
Cousier, Etat de l’instruction secondaire dans le royaume de Prusse pendant l’annèe 1831 pour faire suite du mémore sur l’instruction primaire, Paris, 1834, p. 396.

Nada nuevo, todo bueno.

Al ser verano, las entradas al blog no han sido muy recurrentes. Era de preveer, uno descansa hasta de lo que le gusta.

Como en breves comenzaré de nuevo el curso, estrenando, espero, turno de mañana, volveré a este mundillo internauta de educación y cosas varias. Muchos sabréis que se andan haciendo recortes en educación y que no se trata de «2 horas», sino de miles de trabajadores que despachan sin ton ni son.

Lejos de eso, mi verano fue muy bien. Leí mucho más de lo que creí que iba a leer, me fui de vacaciones a Londres y a Isla Cristina, fui a un festival de música indie y comencé mil y una aventuras. Todo fue muy bien, no obstante, tengo apetencia de estudio y de superación.

Una semana y comienzo el curso. ¡Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos!

No olvidéis que educar es invertir en capital humano.

La educación es una obra de arte

La educación es una obra de arte. El educador tiene que ser una persona ética, una persona responsable. Debe respetar los límites de la persona, conocerla, comprenderla e iniciarla. Cuando educamos, no debemos entrar en la persona, hacerla nuestra y convertirlas en un reflejo de nuestros valores e ideologías. No debemos entrar en su cerebro y conseguir el resultado deseado. La educación no es adoctrinamiento. La educación es transformación, es apertura, es libertad.dibujo de niño
El educado debe encontrar un camino, crear una forma de ver el mundo, una perspectiva. El camino conllevará sueños y miedos, conlleva errores e irresponsabilidades, pero es el precio que la libertad nos da. La infantilización de las personas no ayuda a nadie. Si somos educadores, si somos personas que buscamos el crecimiento personal, debemos dejar a un lado nuestras opiniones sobre cómo deben ver el mundo las personas. Cada cual será libre de elegir lo que más feliz le haga, lo que más apoye sus convicciones. No se debe tener miedo de dejar volar a las personas cuando se las está educando. La variedad de pensamiento es buena, apetecible y enriquecedora.

 La educación es una obra de arte porque el educador redibuja el mundo para sus educandos. La educación es una obra de arte porque las personas que están siendo educadas van pintando sobre un lienzo líneas y formas. El lienzo nunca está del todo blanco, pero tampoco negro. Debemos saber llegar a ellos sin imponer nuestra autoridad moral, pero sin olvidar que tenemos una. No engañemos a nuestros alumnos, no despreciemos nuestro posicionamiento. Seamos francos, reales y enseñemos lo positivo de nuestro pensar, pero también enseñemos lo positivo de otras formas de entender el mundo.

Educar es complejo, duro y cansado. La creatividad no siempre aparece, la desazón por el contrario sí. Pero nosotros, educadores, somos artistas y como artistas tenemos que seguir esforzándonos por crear, por dibujar, por llegar a todas las personas y convertirlas en seres felices y libres. La educación es nuestra meta, nuestra ilusión, nuestra razón de ser.

Seamos parte de un proceso tan maravilloso y arduo como es la educación.

 

 

Los olvidados en el aula

A veces se olvida hablar de personas que no llaman la atención.
El curso ha terminado, mi primer año como futura pedagoga se ha difuminado por el tiempo sin que me de cuenta. Sin coste, he pasado por las aulas de la universidad y he aprendido muchas cosas interesantes. Con entusiasmo espero el siguiente año para seguir formándome y crear un pensamiento más crítico y productivo. Al menos este año he aprendido a justificar el texto y ponerle dibujos a las portadas de los trabajos.
Bromas aparte, siendo las 8:06 me he puesto a pensar en mi motivación por la pedagogía, a saber, mi frustración constante en mi etapa educativa. No sé si lo he comentado por aquí alguna vez, pero yo siempre he sentido que el instituto es una gran pérdida de tiempo. Me aburría, me hastiaba, me cansaba enormemente. Sin duda, gracias a mis padres y a mi cabeza, continué sin atender demasiado a la terrible apatía que sentía hacia él. Y es que no conseguía entender porque ningún profesor me prestaba atención.
Alumna callada por lo general, la cual saca buenas notas no es persona a la que se le deba atender. No obstante, aquel alumno sentado, probablemente al final de la clase, cuyas bromas siempre son divertidas, tiene la expectación de cualquier profesor. Olvidamos al callado, al que quizás le cueste o no la materia, pero no habla. Lo olvidamos porque no molesta en clase y porque si va aprobando, no tenemos que hacerle ningún gesto de aprobación. Ya lo harán los padres – supone el profesor.
La necesidad de un guía
Estuve durante unas semanas yendo a un instituto realizando prácticas de observación en el aula y me fijé con gran atención en este detalle. Dos chicas, sentadas juntas no hablaban nada en clase. No levantaban la mano, no hablaban apenas entre ellas, no parecían existir. De hecho, tuvieron que pasar tres semanas para que su nombre sonara en clase y yo pudiera aprenderlo. Durante esa época ningún profesor se paró a hablarles, a preguntarles si todo iba bien. Pasaban por su lado y o bien le prestaban atención a la mesa de delante o a la de detrás.
Es corriente caer en este fallo: el no atender a personas que no llaman la atención por sí mismas en el aula. Pero es muy importante ser conscientes de que lo cometemos y modificar la actitud. Es muy costoso porque la persona que de por sí ya tiene un carisma, eclipsa al resto. No obstante, el éxito de muchas de estas personas que parecen formar parte del mobiliario escolar está totalmente ligado al sentimiento de aprobación otorgado por el profesor.
A veces basta un: “¡muy bien! Tu redacción ha sido genial. Si te interesa el tema, puedo recomendarte algún libro.” A veces basta una sonrisa.

La contradicción en la educación

Recientemente me ha ocurrido un hecho que debía escribir para poder realizar una reflexión correcta de la situación. Como sabéis, mirando la columna de la derecha, soy estudiante de pedagogía y los estudiantes tienen profesores; unos increíbles, otros no tan buenos.
Pedagogía contradictoriaLos estudiantes tienen profesores que predican una ideología, una forma de pensar y actuar, una forma de ver el mundo. En pedagogía además, se predica una metodología: inclusividad, individualidad en el proceso de enseñanza aprendizaje, libertad y muchas otras palabras bonitas. Algunos de estos profesores se llenan la boca de dichas palabras que realmente suenan bien.  Nuestra labor, nos comentan, es concienciar al mundo educativo de estas medidas que harán indudablemente avanzar y “construir” personas críticas.  El problema reside en aquellos profesores que predican como si de una religión se tratase este tipo de ideas, positivas sin duda, pero no las practican. No las practican en absoluto con su alumnado.
Aquí entro yo y mi frustración. La contradicción se encuentra en la propia aula del educador – también podríamos llamarlo formador o mejor no llamarlo nada –. ¿Acaso no desmotiva que ocurra esto? Ciertamente me cabrean este tipo de situaciones, estas actitudes. Persona que defiende con capa y espada la inclusividad y mantiene de forma oscura o quizás no tan explícita para el público el hecho de querer ser únicamente elogiada con comentarios superficiales. Dejando a un lado lo antes ya descrito: la individualidad del alumnado a la hora de afrontar una asignatura, la obligación del docente en la labor de motivar al alumno, la neutralidad en su comportamiento respecto a la clase, etc. decir tengo que la contradicción que he encontrado en el aula me ha despertado de mi perspectiva idílica del docente respecto al discente.
Muchas palabras que al final evocan en nada. Y sí, supongo que es mi deber seguir esforzándome por encontrar una estabilidad entre lo ideal y lo real. Sea la carrera que sea, siempre me doy un buen golpe contra el muro.

Ortega y Gasset y la pedagogía

Todo en Ortega y Gasset es perspectiva histórica. La realidad humana no se puede entender si no es a través de la historia. La historia es el método, el camino hacia el conocimiento del ser humano. La experiencia histórica es el punto de referencia de nuestra actuación, y no para someternos a ella, sino para evitarla. Aquí podemos aludir a la famosa frase  de Santayana: “el que no conoce la historia está obligado a repetirla”. El hombre se va haciendo a costa de sus fracasos y éxitos y se manifiesta como el único ser de la naturaleza que se niega a permanecer como ente acabado, terminado. “El hombre no tiene naturaleza, tiene historia.” Muchos críticos tienen la impresión de no encontrarse ante un pensamiento original, y el mismo autor lo advierte. Sin embargo, Ortega es un gran conocedor del pensamiento que le precede y su mérito está en saber clarificar y enriquecer las pautas marcadas.

 

            Somos lo que hemos hecho y lo que nos han hecho. Somos nuestro pasado. En la obra de Ortega el Ortega y Gassethombre es concebido como apertura, apertura temporal. El presente implica el pasado y el futuro, este futuro implica el pasado y el presente, lo cual quiere decir que el margen de libertad se ve complicado por la fatalidad que arrastre consigo. Para definir al hombre lo único que podemos hacer es narrarlo. El hombre vive y por tanto, para comprender lo humano, es preciso contar una historia. Esta historia, siendo ciencia del pasado, es ciencia del presente. Pues el pasado como pasado ya no existe. Si hay pasado es porque ese pasado forma parte de nuestro presente. Ese pasado constituye para el hombre un elemento de fatalidad, una línea fija y preestablecida que limita la ilimitada plasticidad de la que disponemos. Las circunstancias condicionan el quehacer mundano y el quehacer histórico. Resulta, pues, que para vivir en el presente desde el porvenir es preciso apoyarse en el pasado. El progreso exige que esta nueva forma supere la anterior, y para superarla, la conserve y aproveche, que se apoye en ella. Para cada generación el vivir consiste en recibir lo vivido por lo antecedente y la de pensar y sentir su propio presente. El pasado es su porqué como el futuro es su para qué.

 

            La vida humana es un ser que consiste en lo que va a ser y, por lo tanto, en lo que aún no es. Es un gerundio que ha de irse conjugando con un proyecto o vocación determinados. Es un constante decidir y un constante acertar. Razón por la cual Ortega llama a la vida preocupación. Preocuparse por algo es hacerse muy en serio cuestión de ello. El despreocupado lo único que hace es suplantar su vocación por las corrientes sociales. Es por eso que la vida es una operación que se hace hacia delante, se vive desde el porvenir. El ir hacia delante no implica que esté prohibido volver la mirada hacia atrás. Para vivir el presente, es preciso apoyarse en el pasado. Al vivir nos encontramos entre las cosas y los hombres. Esos hombres tienen ya una interpretación de la vida, unas convicciones vigentes. Ese pensamiento, inmediatamente entra a formar parte de nuestra circunstancia. Desde que nacemos, ejecutamos un esfuerzo constante de absorción: ya sea en la convivencia familiar como en la escuela, el grupo de iguales,… En suma, la idea del mundo, es la idea dominante del tiempo en el que se vive. Está condenado al “pensamiento de su época”.

Ortega y Gasset

            ¿Qué haremos cuando se nos presente ambiguo el mundo? Nos pondremos a pensar. Hemos caído en la duda. Las ideas nacen de la duda y se instalan en nosotros. Son ideas elaboradas por nosotros mismos. Así pues, el pasado no puede responder a todas las preguntas que se pueden realizar en la vida del ser humano. Cuando se encuentren situaciones irresolubles con las herramientas o conocimiento que se tengan, empezaremos un proceso de cognición que, como hemos dicho, comienza con la duda y termina por la consolidación de una nueva creencia, la cual responderá a nuestra necesidad. El hombre es constitutivamente un heredero de ideas y creencias. Volver la espalda al pasado sería retroceder. Al pensar no se encuentra sólo uno mismo, sino todo el pasado humano junto a él.  No obstante, no se trata de una mera transmisión de capital heredado, no sólo se aumentan las riquezas, además se transforman, pueden llegar a.

 

 Una de las grandes pasiones de Ortega era educar al pueblo español, analizar su contexto para así poder crear actividades y proyectos de reforma sociopolíticas del propio país. Tenía como objetivo situar a España a la altura cultural de Europa. Debido a su contexto familiar, dedicado a las letras y a la crítica social y debido también a su nefasta y chabacana, como él la califica, enseñanza en la universidad, se preocupa por inculcar a través de distintos medios de difusión ideas pedagógicas que hagan avanzar la situación precaria en la que se encontraba su nación. No en vano tuvo que viajar a  países como Alemania para formarse de manera profunda en temas filosóficos. El pensamiento de Ortega presenta un dinamismo por la búsqueda incesante de soluciones: teóricas y de intervención.

 

Influenciado por el neokantismo, Gasset ve al hombre como realidad cultural que se construye en base a unos ideales, a un comportamiento de normas, en base a unos valores universales. España, anclada en los particularismos, debe adoptar una nueva postura, debe, sin lugar a dudas para salir de su problemática, hacer una reforma cultural. Es en el proceso de alcanzar esa transformación cultural donde Ortega sitúa a la educación. ¿Qué es educación? Es la acción de convertir una cosa en otra mejor. Es el conjunto de actos humanos que tienden a transformar la realidad dada en el sentido de un ideal, de un futuro que modifique los problemas existentes. Para ello es esencial hallar los medios mediante los cuales se consiga direccionar al educando en dirección al ideal. Se trata, sin lugar a dudas, de una transformación del “es” al “debe ser” de la persona. Cabe preguntarse, ¿qué ideal es ese?

 

Ortega y GassetEl ideal de hombre, es el productor de cultura, el ser capaz de atender a su individualidad y además contribuir a los demás. Así pues, el pedagogo se halla frente a un tejido social, no frente a un individuo. Hay que aclarar que cuando Ortega hace referencia a productor cultural, se refiere en grandes rasgos a aquella persona capaz de producir cosas, de realizar trabajos. Los productos forman la cultura y a través de la competencia de un marco global en vez de individual la cantidad y la calidad de los mismos aumentarán. Es a través de la cooperación como se puede reconstruir un nuevo marco social para España. El pedagogo es, pues, el encargado de fomentar ese pensamiento, a saber, realización cultural del hombre en cuento miembro de un todo social.

 

            Es gracias a la fenomenología que Ortega vuelve a hacer una meditación de la perspectiva de la educación y observa que la cultura consiste en vivir la vida con plenitud. Con esto se refiere a que no se puede transformar únicamente el pensamiento a través de un ideal, sino que, además de tener un objetivo pensado, uno debe contar con las energías, la forma de vivir, que existen. Sólo a partir de ellas se puede lograr un cambio. Esos ideales, también deben ser reflexionados. Si la educación es educación para la vida, uno debe optar por saber qué cosas son esenciales para la misma.  No hay que dejar a un niño a su libre desarrollo, hay que guiarlo hasta el incremento de su poder vital. Se debe fomentar la curiosidad, el amor y el odio, la agilidad intelectual, la confianza en sí mismo, la imaginación, la memoria, etc. Con estos rasgos, básicos en toda persona, el hombre no se sentirá ilimitado, crecerá, reflexionará, creará ideas y con ellas transformación del pensamiento de la época que le precede.

 

            El individuo tiene ilimitadas posibilidades de ser una personalidad u otra. No obstante, esa ilimitación se ve coaccionada por culpa de la circunstancia de la persona. La libertad se ve limitada por la cultura. Es este el motivo por el cual uno debe ponerse en contra de la cultura en la que se encuentra y desafiarla. Sólo de ese modo se viaja a nuevas configuraciones culturales. Uno debe partir de la cultura y aceptar que no puede ser de otra forma, debe beber de ella, pero además analizarla críticamente observando si ésta es satisfactoria. Así pues las instituciones deben ser dinámicas, deben responder a la libertad, la democracia y la modernidad. En ningún caso ser unas simples transmisoras de lo descrito ya como el “pensamiento de la época”.

 

            El principio regulador de la enseñanza tiene que ser un principio basado en la economía. El hombre para vivir debe aprender una cantidad de conocimientos gigantesco y, sin embargo, tiene una capacidad limitada para aprenderlos. Luego, la pedagogía debe encargarse de seleccionar aquellos datos básicos en el aprendizaje de un ser vital perfecto. Se les debe enseñar lo que se requiera para vivir << a la altura de su tiempo>> y que los contenidos los aprenda con holgura y plenitud. Es importante remarcar que cuando se habla de a la altura de su tiempo, debemos tener en cuenta el nivel al que se refiere Ortega. No se trata de aprender las operaciones de matemáticas básicas para llevar al día las cuentas de la casa, sino de aprender el conocimiento que te convierta en una persona crítica ante la sociedad en la que uno se encuentra. Del hombre medio debe salir un hombre culto.

Ortega y Gasset

Criticado por muchos docentes y alabado por muchos estudiantes, Ortega es considerado en algunas ocasiones, un Sócrates de nuestro tiempo. Era capaz de dramatizar las situaciones, alcanzar conclusiones inesperadas y mantener el interés de los estudiantes que lo escuchaban. Sugiere posturas, crea encrucijadas y contradicciones en el pensamiento, es un creador de senderos. En sus discursos, utilizaba hechos cotidianos, hechos que afectaban a la vida concreta para sacar conclusiones significativas. Se trataba, según Ortega, de iniciar el camino para que el discente llegara por sí mismo a la nueva verdad, si es que deseaba hacerlo.

 

El hombre es un ser temporal condicionado por su pasado, ilimitado y limitado a la vez. Puede despreocuparse y dejarse llevar por las preocupaciones que la sociedad le inculca o puede, a través de la educación, transformar el pensamiento de la época que le ha sido heredado. Puede ser un transformador de cultura, avivando su curiosidad, cayendo en la duda y convirtiéndola en idea. El hombre debe ser consciente de los errores de su cultura para así, a través  de la formación basada en la iniciación, en la libertad y la democracia, llegar a la modificación de la cultura. Como bien dice Ortega, la idea necesita la crítica como el pulmón del oxígeno. Y sí, el problema en España es un problema educativo.

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Las competencias del profesorado


Dedicada a esto de la realización de carteles, aquí dispongo otro. Quizás muy simple, pero para el tema no se puede pedir más. Conferencia a la que asistiré mañana, de la cual puede o puede que no, hable en este blog.  No se trata de no estar interesada en la pedagogía, sólo es que ando con demasiadas cosas que necesitan una prioridad mayor que la de publicar. No obstante decir tiene que ando en un proyecto realmente interesante.

A día de hoy ando de prácticas en un instituto de la zona. Observo, pero también participo. Las horas de tutoría, una a la semana, me dan el control del aula para experimentar lo que desee. Realicé con los chicos una actividad de la cual no hablaré ahora, pero que me servirá como introducción a una breve reseña de esta experiencia gratificante. Hasta que llegue, iré publicando ciertas cosas de mi interés en la pedagogía social.

Para terminar y como dato:

Las funciones de los medios didácticos son guiar el aprendizaje, evaluar, motivar, ejercitar habilidades, proporcionar simulaciones y entornos para la expresión, la creación y la  transmisión de información.
 Les animo a que vengan a la conferencia.

El trabajo y la Pedagogía

“¿Cómo se encuentra el primer trabajo en Pedagogía?” – comentaron. 

Sin duda, esta era la pregunta que más importancia tenía para mí; aun así, la respuesta no me sorprendió. Son los contactos personales los que nos abren las puertas una vez que hayamos terminado nuestra carrera. Los contactos personales y no una autocandidatura fuertemente defendida, aunque nadie quita que esto no influya en el resultado final.

El instituto, la formación, los centros TIC, los servicios socioculturales son algunos de los ámbitos donde un pedagogo puede realizar su cometido, pero sin duda el plato fuerte es ser el “Formador de formadores”: modular cursos para empresas mayoritariamente. Es cierto que nos dejaron constancia de un nuevo camino del pedagogo, camino que se está descubriendo recientemente y que tiene mucho por hacer. No es otro que el de los recursos TIC y la enseñanza virtual. Cada día más, las empresas optan por formar a sus empleados de esta forma: menor coste, mayor eficiencia. Sin duda, todo un campo por explotar donde requieren la mano de un asesor de recursos tecnológicos para crear las acciones formativas lo más productivas posibles. El pedagogo se vende con la frase siguiente: “somos facilitadores de algo…” ¿De qué exactamente? Nadie lo sabe.

Parece que no es suficiente formarse durante cuatro años, además uno debe ser un autoformador de las demandas que existen o las demandas que no existen, pero existirán. El pedagogo, ese profesional que nadie sabe con exactitud para que sirve, que lucha por hacerse un hueco en una sociedad donde su labor no está, ni de lejos, reconocida y que, aún así, hace falta.

La pedagogía no es carrera de cualquiera, sólo las personas con iniciativa real podrán alcanzar, probablemente, el final del camino. ¿Por qué esta afirmación? Es difícil ver a un colectivo de personas capaces de aguantar la incertidumbre que la pedagogía levanta. Y no creo que eso esté mal, podríamos calificarlo como una estrategia, intencional o no, para seleccionar al personal.

No olvidemos que trabajos donde se requieran de pedagogos no abundan.

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